viernes, 10 de abril de 2015

Capitulo 09. Mordisco

   - ¿Qué has hecho, Marcus? – Larms entrecerró los ojos, furioso.
   - Nada, la he criado.
   - ¿Criarla? – señaló a Isazara con desprecio - ¿Qué significa eso exactamente?
   - La he educado en nuestro dogma.
   - Eres un imbécil. Nos venderá… somos escoria para ella.
   - No lo hará.
   - Tienes suerte de que Main no esté aquí, te arrancaría las tripas…
   - Main está muerta, Larms, déjala estar. Además ella también hizo lo suyo.

Larms volvió a mirarla con desprecio, fue a dar un paso hacia ella pero la figura de Marcus fue más rápida y se interpuso.
   - Escucha, Málar no sólo nos tiene a nosotros… también acoge a otro tipo de creyentes… no podemos valernos sólo por la manada.
   - Eres un estúpido… siempre lo has sido.
   - Venga, no es para tanto… a Phineas le cae bien.
   - Tú verás… pero más vale que cumpla su palabra… por su bien – sonrió macabro mientras pronunciaba aquellas palabras y se fundía en las sombras.

El silencio los envolvió durante segundos que se hicieron eternos para Isazara, aquella situación se había producido por su lengua larga, y la culpabilidad ahora la ahogaba.
   - Lo siento…
   - No importa, tenía que decírselo igualmente.

Una manada de osos rugió con fuerza en el norte y ambos caminaron hacia allí. Larms luchaba contra ellos tan sólo con sus puños. Los mató a todos y comió de ellos, cual salvaje desquiciado y fuera de control.
El cielo comenzó a oscurecerse.
   - Te has mentido a ti mismo, Marcus.
   - ¿Uh?
   - Esto sólo demuestra que no aprecias tu don.

La luna se dio a conocer en el firmamento y ambos hombres cambiaron. Sus cuerpos se convulsionaron y aullaron fieros.
Sin previo aviso, Larms se lanzó contra Marcus, lo embistió y le golpeó con fuerza en el pecho, dejándole sin aliento y aturdido.
   - ¡Basta!
Isazara gritó asustada, preocupada y culpable. Sabía que poco o nada podía hacer en una batalla entre licántropos… per no quería que se hicieran daño… no quería que Marcus saliese herido por su culpa.
Larms se alzó y la miró amenazante. Ella se congeló e el acto, no podía mover ni un músculo. Sin duda, ese licántropo poco tenía que ver con el lado que Marcus le había enseñado.

Caminó hacia ella y rugió tan feroz y con tanta violencia, que Isazara supo cómo acabaría todo. Se fundió en las sombras y desapareció. Ella giró sobre sí misma con violencia, luchando, inútilmente, por encontrarle.
Entonces sintió cómo algo la sujetaba por la espalda, la bestia mística cobraba forma tras ella y unos colmillos afilados y desgarradores se hundían en su cuello.

El dolor fue exagerado. Le arrancó la carne y la desgarró, lanzándola con asco lejos de él. Marcus se lanzó sobre el agresor… pero de nuevo se fundió en las sombras… y se quedaron solos.
Ella intentaba taponar la herida, que no dejaba de sangrar, manchando así todo su cuerpo. Marcus la observó en silencio durante unos segundos y reaccionó. Virtió sobre la herida un líquido que cortó la hemorragia… pero la herida no sanó.

La ayudó a levantarse y la obligó a caminar. No podían quedarse allí.
Las piernas de Isazara fallaron varias veces, sólo los fuertes brazos de él impidieron su caída.
La luna los iluminó y el suspiro del hombre lobo fue casi eterno.
   - Isazara… te ha mordido cuando la luna estaba más alta… si mañana empiezan las fiebres…
   - Cállate – musitó ella, apenas consciente – Sólo llévame a casa…

Marcus asintió y se adentró en el bosque. Allí, horas más tarde, un pequeño y escondido campamento refugiaba a ambos. Isazara perdió el conocimiento en cuanto su cuerpo se relajó, y él se quedó a su lado, cuidándola… y esperando.

   - No quería que fuese así… - le había dicho - esperaba que algún día me lo pidieras…

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