viernes, 24 de septiembre de 2010

Capitulo 06. El Reencuentro

El Reencuentro


Toc, toc. Una llamada, en una casa concreta, rompió el silencio en el distrito de las casas de Nevesmortas.

La puerta fue abierta por el veterano guerrero después de maldecir varias veces el nombre de quién había molestado su descanso.
Una figura se fue dibujando tras la puerta hasta mostrar por completo su rostro.


- Tú... Aunque sorprendido, el sangriento mercenario no haría ningún movimiento que lo mostrase.
- Sí, yo... ¿No vas a dejar pasar a un viejo amigo?

¿Amigo? Amigo es una palabra que hace tiempo se borró de su mente, cuando a lo que él llamaba amigos le dejaron tirado en aquellas gélidas tierras. Ahora bien, si algo caracteriza a Richard es por el odio y rencor que hasta sus más cercanos le tienen. Pero... Un ligero movimiento del guerrero dejó espacio para que la misteriosa apariencia pudiese pasar.

Los dos se dirigieron al sótano de la casa, bien seguro era una conversación que no tendría que salir a la luz...

- Vaya... ¿Es aquí dónde practicas tus jueguecitos más sádicos?

- No, tengo sitios mejores.

- Vamos Richard, no tienes que hacerte el machito conmigo. Ya nos conocemos, aunque... - Se detuvo para observarle lentamente -Veo que tú no me reconoces... Oh, claro, es cierto yo no he envejecido como tú.

Aquellas palabras hicieron que el guerrero no pudiese parar de intentar recordar de dónde le conocía.

- Calimport Richard, Calimport. Tú en aquella época venías a mi para poder subsistir y no morir de hambre con tu padre, pero sin saber porque desapareciste... ¿Acaso te traté mal? - Su sonrisa se iluminaba en la oscuridad de aquel sótano.

- Tú... - El aguerrido mercenario miraria trás de sí observando una de las máquinas de torturas que decoraban el lugar, recordando.

- De todos modos no vengo por eso... Bien es cierto que escuché alguna de tus hazañas con tu jefe. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Kuzadrepa. Kuzadrepa, Richard y El Puño y La Rosa. En un principio no creí que fueras tú, pero me equivoqué.

Después de una leve pausa y acercándose a él proseguiría.

- Quiero que dejes de ayudarla. ¡Traicionala! Ésto no va contigo maldita sea, yo te proporcionaré algo que ningún otro más podrá.Se acarició el joven rostro - Sabes, esos mechones canosos que asoman por la capucha no quedan muy bien.- Sonrió.

Un homigueo recorría el espinazo del avezado guerrero, haciendole cerrar los puños con fuerza.

- ¡Cállate Edharae! Ya no soy aquel niño del que te podías aprovechar, los tiempos han cambiado. Ahora yo tomo mis propias decisiones.

Molesto por escuchar su nombre, el clérigo comenzó a susurrar algunas palabras. - ¡Arg! - Richard, un un movimiento raudo, desenvainó sus armas cruzándolas como una tijera sobre su cuello.

- No quieras venir a mi casa a obligarme a nada... Aluriel dijo que no te tocase, pero... - Comenzó a cerrar las katanas con fuerza.

Antes de notar el crujir de su cuello en sus armas, el clérigo ya se había volatilizado. Enfundó de nuevo a las gemelas con gesto molesto.

Un mensaje resonó por el eco en ésa instancia dónde Richard, asintiría levemente con la cabeza.

- No me desilusiones... Traicionala... Traicionala... TRAICIONALA.



(by Richard)

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