viernes, 30 de julio de 2010

II. La Quimera



LA QUIMERA


Quimeras, no más que ilusiones creadas por alguien, al igual que los sueños. No obstante, esa fue tan real…

Ambas estábamos frente a su tumba, la tumba de esa fémina fallecida por a saber qué acontecimientos; pero la conversación se convirtió en banalidades sin sentido cuando a nuestro alrededor zumbaron aquellas luces de colores y junto a ellas nuestros cuerpos se elevaron para zambullirse en una extraña oscuridad. ¿Provenían de ese extraño estoque?

Se dice que los sueños te pueden trasportar a lugares inimaginables; pero de ahí a encontrarnos encerradas en las celdas del Castillo Puerta de Infierno, destruido hacia más de cincuenta años sin haber conocido tal lugar, eso sí era sumamente extraño.

Ambas gritamos nuestros nombres, intentando averiguar dónde estaba la otra, si estaba bien o si estaba en peligro. Llegamos a la conclusión de que sólo estábamos recluidas en a saber qué lugar. Nuestras armas seguían en sus respectivos lugares, las danzarinas luces seguían alrededor de nosotras sin dejar de iluminarnos y tras las rejas seres demoníacos nos esperaban.

No comprendía que ocurría, tras las verjas se veía batallar a una pareja humana, el varón portaba una armadura de cuero marrón; mientras que la fémina portaba una armadura azulada que no me hacían recordar a ninguna de las conocidas. Pronto se acercaron y nos salvaron de esas jaulas, por orden de esa mujer. El varón se había presentado como Maxam, cuando la Guardiana preguntó por quienes eran; y la fémina de blanquecinos cabellos se limitó a forzar a golpes mis rejas para dejarme salir.

Por supuesto que era extraño, habíamos llegado a un lugar desconocido, rodeadas por esas luces extrañas y no dejaban de aparecer criaturas extrañas intentando acabar con la vida de los cuatro.

- Salgamos de aquí antes de que el Baalor nos alcance. - había dicho la humana.

Baalor, criatura proveniente de los mismísimos infiernos… empezaba a comprender el nombre de ese lugar…

Las flechas silbaban hasta quedar silenciadas por el golpe en su objetivo, los filos sangraban al hacer perecer a los atacantes; pero Aluriel y yo seguíamos sin comprender. Esos dos humanos seguían sin ver esas extrañas luces que nos rodeaban y que la Guardiana intentaba deshacer en vano. Nos habíamos percatado de que ellos no tenían tal magia rodeándolos, ¿era un conjuro ilusorio?

Anduvimos por os pasillos de ese castillo, buscando la salida, enfrentándonos son éxito a toda criatura que nos atacara, fuese espectros extraños, súcubos, arañas… u osgos.

¿Quiénes sois? Esa pregunta se formuló varias veces, tanto por la Guardiana como por mí, y la única respuesta que hallamos es la de una fémina humana silenciosa. Quizás deberíamos saber quien era… pero a mi mente no vino ninguna respuesta.
Aluriel habló por fin tras abatir a otro infernal. Debíamos proseguir, hallar una salida. La entrada principal no parecía que fuera a ceder a los intentos de apertura y los infernales no hacían más que atacarnos.

La fémina de plateados cabellos había comentado algo sobre unas salidas en los muros de la fortaleza, hechos con anterioridad por los gnomos. Dudaba que esas salidas hubieran sido cerradas en tan poco tiempo. Pero el tiempo era relativo… gnomos, castillos infernales, luces rodeándonos, ¿qué estaba ocurriendo?

La Guardiana había encontrado una de esas salidas cuando ambos humanos volvían corriendo gritando “Atrás”, un infernal de gran tamaño les perseguía pero es que eso no se acababa nunca… combatimos como mejor pudimos para acabar con ese vil ser hasta que éste cayó muerto a nuestros pies.

Debíamos apurarnos, corrimos hasta esa salida para aparecer en un extraño bosque que no reconocía. ¿Dónde diablos estábamos? Aluriel incendió varios de los enemigos que nos rodeaban; yo reclamé a los relámpagos que nos ayudaran acabando así con sus vidas. Pero algo extraño sucedía, un temblor sacudió nuestros cuerpos, los humanos acababan de salir de agujero cuando gritaron “Corred!”

Tal vez debimos hacerles caso pero no lo hicimos, ambas elfas mantuvimos las posiciones hasta que esa criatura nos alcanzó. Un ser gigantesco con alas en llamas, cuyos ojos rojos no hacían más que desear correr. “Moriréis”, dijo… y el vértice que nos rodeó hizo que la oscuridad volviera a reinar en mí.

******

Cuando volví a abrir los ojos la tumba volvía a estar a nuestro lado, las luces habían desaparecido y ambas nos encontrábamos tendidas sobre la hierba. ¿Había sido sólo un sueño?

Aluriel mi miraba alterada; yo estaba confusa, extraña, lo único que podía ver al cerrar mis ojos eran los rojizos ojos de ese ser escrutándome con ansias de muerte. Todo había sido demasiado real y hubiera jurado que ese ser había acabado con mi propia vida…

- Rael, el nombre de ese castillo… Puerta de Infierno, pereció hace más de cincuenta años. – la rubia elfa miraba el estoque del que habían salido esas chispas.
- No me gusta ese estoque, no deberías llevarlo contigo… - contesté dubitativa. - ¿Te había ocurrido antes algo como esto?

La Guardiana se limitó a negar en silencio, aun mirando ese estoque.

Según me había comentado con anterioridad ese estoque había aparecido sin más en la sede con una nota a su nombre. Habían viajado hasta Argluna, por alguna razón, y el herrero le había dado indicaciones sobre el elfo Astarte. Damián, el elfo que había dejado la compañía hacia ya meses… ¿qué deseaba ese elfo de Aluriel?

Le recomendé no llevar consigo el estoque pero esa decisión no era más que de ella misma. Por ahora, sólo debía encontrar a ese bardo y hallar respuestas a ese inexplicable sueño.

Pronto partirían a Sundabar en su busca.


//By Rael ^_^

No hay comentarios:

Seguiremos soñando

Seguiremos soñando

Índice