jueves, 25 de febrero de 2010

Capitulo 05. Guerra



“Padre me siento perdida, por primera vez en mi vida siento un vacío extraño y un dolor en mi pecho que no soy capaz de explicar. Siento que la luz de mi adorada Selune se extingue en un pasillo de oscuridad mientras mi alma sucumbe a la tristeza y el odio.

Anoche vi a Celebnor…

Mis camaradas han abandonado el reino alejándose de mí por quién sabe qué motivos… ni siquiera se han despedido… ni siquiera mi primo…

Celebnor ha recorrido las tierras de Faerun durante largas dekhanas hasta dar con ellos y uno a uno han rechazado el regreso, olvidado la promesa que un día nos unió en una Orden ahora extinta. Su futuro ahora es turbio pues ni él mismo sabe qué hacer. Seguramente se marche… como el resto…

Un día creí que Selune nos habían bendecido, pero ahora empiezo a creer que la he fallado en algún sentido y he perdido un tanto su cariño.

Necesito de vuestro consejo, Padre, pues mis pies ya no saben hacia dónde deben moverse y lo único que me queda ahora es un sentimiento demasiado humillante para contar, una lucha conmigo misma que llevo años librando… vos sabéis de qué hablo… y seguir sintiéndome así me hace creer que soy débil e indigna de vuestra protección y cariño…

Perdóname Padre, pues no puedo arrancar ese deseo de mi interior.

Ahora marcho a una guerra de la que quizá no regrese, una guerra contra criaturas tan poderosas que me harán crecer como elfa y como arquera… y estoy convencida de que, si sobrevivo, entonaré la más hermosa balada contando las aventuras y desventuras de todos cuantos acudan. Felbarr es mi destino, la ciudad enana subterránea… y allí permaneceré largo tiempo, sin contacto con el exterior, sin poder escribiros.

No temáis si no recibís noticias mías en unos meses, pero espero que a mi regreso tenga una respuesta… necesito más que nunca de vuestra sabiduría”

miércoles, 17 de febrero de 2010

Capitulo 04. Diario



“Querido Jheremias”

Así empieza esta carta y por más que la miro no sé qué contarte primero… ¡han pasado tantas cosas desde la última carta que te escribí! Supongo que lo más importante sería contarte lo sucedido con las tropas de Auril, si, como lo oyes. Un lío impresionante.

Todo empezó una noche que estaba cantando mientras intentaba que algún pez cayese desprevenido en mis redes, cuando apareció un hombre misterioso y empezó a contarme una historia increíble sobre un ataque a la Gran Maestra Arcana y una drow que parecía ser la responsable de lo sucedido.


Fue una gran aventura demasiado larga para contarla en una carta y demasiado emocionante como para que la magia del relato se pierda entre los papeles. Sin embargo, escribí un poema resumiendo lo mejor que pude todo lo acontecido. Sé que Padre no podrá pegas en leértelo aunque seguro que no le hace mucha gracia.

Lo titulé “Tormenta” porque fue así como sufrimos el último ataque. Y dice así:


Bajo la luna argéntea se hallaba cantando
sonetos que nunca soñó recitar.
Su voz se alzaba contra el viento
y ningún aplauso podía esperar.

Mas entre las sombras una voz la sedujo
susurrando misterios sin resolver.
En un mundo de frio y hielo la introdujo
y se dejó llevar sin miedo a perecer.

Como Alafina fue presentado,
mil historias le contó.
Salió buscando el resultado,
y con una drow se encontró.

De un ataque ella había sido acusada,
mas su inocencia quería demostrar.
La realidad había sido tergiversada,
y su venganza se quería cobrar.

Manipuló a todos cuantos quiso,
con tal de su objetivo conseguir.
Pero el corazón hizo caso omiso,
y a participar no se pudo resistir.

La Gran Maestra Arcana había sido herida,
y le habían robado lo más preciado.
Entre sangre y muerte se la dio por perdida,
pues nadie conocía su paradero y estado.

El objeto en cuestión que fue sustraido,
era una llave unida a la Gran Maestra.
Que al usar para abrir el palacio del frío,
Auril se alzó en acitud violenta.

Fueron muchos los que a Lili Diams buscaron,
recorriendo de arriba a abajo las tierras.
Mas fue en una cueva donde la encontraron,
atada de pies y manos con cadenas.

Fue en ese viaje cuando escucharon,
de boca de siervos del frío,
cómo el palacio habían atacado,
y la llave de nuevo habían perdido.

De modo que nuestros valientes la llave tenian escondida,
y el cuerpo de la MAestra con su mente en algún lugar perdida.

Y se alzaron los clérigos de Auril en sigilo,
buscando la llave por doquier.
La encontraron en la Flecha del Destino,
y atacaron sin ánimo de perder.

Enviaron una tormenta para a su paso todo congelar,
se reunieron los voluntarios y un plan decidieron para atacar.

Una última aparición de la elfa oscura cerró el círculo de la situación,
les dijo dónde estaba la mente de Diams y quién de todos era su portador.

El clérigo que lideraba la comitiva,
encerrada en una gema la llevaba.
Acabar nuestros valientes con él debían,
y así la drow su venganza tambien saboreaba.

La batalla fue dura
bajo un frío abrasador.
En las mentes de muchos aún perdura
el último aliento de los cuerpos alrededor.

Y aunque no todo el mundo hizo lo acordado,
y aunque no todo el mundo quedó contento,
cierto es que el frío fue derrotado,
fracasando así en su malévolo intento.


Perdonad si no nombro a tan valientes guerreros,
que investigaron y lucharon durante meses eternos.

Pues esta no es la historia de los heroes terrenales,
sino de una ciudad, Nevesmortas,
que venció al frío y al miedo por la unión de todos sus habitantes."


Tuve una actuación estelar en el teatro y la gente salió fascinada. Todo el mundo me estuvo felicitando e incluso me salió un admirador secreto. Fue increíble, ojalá hubieras estado ahí.

La drow de la que hablo se llama Cierr y, aunque seguramente estarás preocupado, no debes temer. Por supuesto no deja de tener en ningún momento el carácter fuerte y despreciativo propio de su raza, pero Cierr es distinta. Aquí todos la odian, seguramente por actos pasados de los que yo no tengo constancia, pero lo cierto es que ella me ha ayudado en un sinfín de situaciones y gracias a ella logramos superar este caos.


No creo que seamos amigas, vamos, no me lo he planteado en ningún momento, pero sé que su opinión hacia mí no es la misma que la que pueda tener hacia otros, y que me haya regalado una de sus flechas me lo demuestra. Por supuesto, me la regaló a su manera, lanzándola contra mi capa clavándola en el suelo… por poco me ahoga… pero la guardo con cariño en un lugar seguro.


He hecho muchas amistades. Thorsteinn, Claire, Arundriel y Relenar son con los que más me relaciono. Thorsteinn en un guerrero de la zona, un hombre enorme, realmente fuerte aunque de gran corazón. Claire es una de las maestras arcanas de la torre de magos, es una mujer increíble, valiente, siempre dispuesta a darlo todo por los suyos, defensora de los arcanos hasta la muerte!. Arundriel también es una grandísima mujer, no de tamaño, pues es elfa, pero tiene un espíritu y un corazón maravilloso, me arranca una sonrisa siempre que la veo y siento que el cariño es mutuo. Y Relenar… bueno… ¿recuerdas el elfo del que te hablé en mi anterior carta? Pues al final conseguí encontrar una estupidez con la que hablar con él… Es un hombre increíble, guapo, listo, divertido, aventurero, intrépido, curioso… me encanta.


Después de varios viajes juntos resultó que él también sentía algo por mí y hemos empezado lo que podría llamarse, una relación. Ya sabes que yo para estas cosas soy un poco torpe pues nunca he tenido un novio… o una pareja… o como diantres lo llamen. Pero estoy feliz, me siento muy querida y realmente estoy a gusto con él… me hace sentir especial.

Por desgracia no todo es bonito y ya hace unas semanas que no sé nada de mi primo y los demás miembros de la Orden… parece extraño pues nadie los ha visto últimamente… empiezo a preocuparme aunque Relenar dice que estarán en alguna misión o algo importante y no habrán tenido tiempo de avisarme con todo lo ocupada que he estado con la tormenta y todo lo sucedido.



Oh Jheremias!! Vimos un unicornio!!! Fue hermoso! Lo más hermoso que he visto en la vida! Eran tan blanco como… como… como la luna llena! Y su cuerno era magnifico, majestuoso… fue realmente una de las mejores experiencias que he vivido jamás. Estaba junto a Celebnor cuando lo vimos y ahora él cree que es una señal y que haremos grandes cosas. Creo que Selune nos bendijo esa noche.

Querido amigo, espero que estés bien y que sigas tán animado como te recuerdo. Sé que pronto viajaré para verte y contarte en persona todas estas cosas que tan insípidas quedan escritas en un papel.


Te añora y te quiere, tu amiga Alu.


domingo, 7 de febrero de 2010

Capitulo 03. La carta



La puerta de la taberna se abrió casi en un susurro, y si no hubiera tenido el sentido del oído tan desarrollado seguramente también hubiese pasado desapercibido para él.

“Ventajas de ser ciego” era lo que el anciano pensaba.

Fue un hombre el que cruzó la habitación hasta la barra, lo supo por la forma firme de caminar, por sus pasos fuertes y confiados que golpeaban el suelo con sutileza aunque decisión.

“Mmmm… ¿un extranjero?” eran muchos los que acudían últimamente, todos buscando gloria y riquezas, todos buscando fama y reconocimiento.

Escuchó al hombre hablar con la camarera pero no logró entender lo que le preguntaba. Un “gracias” difuminado en el aire y de nuevo el sonido de los pasos acercándose…. ¡Acercándose a él!

“Santa Tymora, otro viajero nuevo que ha escuchado mis historias y quiere oírlas de primera mano. Veamos, ¿qué podría contar esta vez? No creo que fuese agradable contar cuando se rompió la pierna…. No, sin duda eso no es nada épico… Quizá podría relatar lo enamorado que estuvo aquel elfo por ella… no, no tiene un final bonito…… mmmmmm….. es posible que….”

- Disculpe buen hombre – se sobresaltó y miró en su dirección, siguiendo el sonido de su voz.

- ¿Si?

- ¿Tengo el placer de hablar con Jheremias Bakestal?

- Así es caballero, ¿ha venido a escuchar alguna de mis historias? Déjeme unos segundo que piense una que sea digna de contar. Sentaos, sentaos, y ¡Juliet! – llamó a la camarera – ¡tráiganos dos buenas cervezas! – el desconocido rió con ligereza.

- Me encantaría escuchar alguna de sus historias pero quizá en otro momento. Es otra causa la que me trae esta noche ante vos.

- ¿Y qué otra causa podría hacerle venir ante un anciano ciego como yo?

- Puede que seas ciego Jheremias – acudió la camarera con las bebidas – pero aún no eres tan mayor como para considerarte anciano.

- Si no tiene inconveniente, preferiría tomar un poco de hidromiel.

- Tráele hidromiel al caballero, querida, pero deja las dos cervezas aquí – la camarera rió con dulzura y se alejó con rapidez en busca de una nueva bebida – Y bien, ¿qué os trae aquí entonces?

- Tengo una carta para vos – Jheremias rió.

- Pues siento decirle que soy ciego, así que el que haya escrito o se ha confundido o hace demasiado tiempo que no hablamos y no sabe que no veo.

- El remitente sabe perfectamente que sois ciego, mi señor, por eso estoy aquí. Ella me ha pedido que os lea la carta.

- ¿Ella? – el corazón de Jheremias se detuvo un instante, el tiempo suficiente para que la camarera llevase el hidromiel al caballero misterioso y los dejase a solas.

- Aluriel Lathaniel, mi señor. Tengo entendido que eran buenos amigos.

Los ojos de Jheremias se inundaron de lágrimas mientras la mayor de las sonrisas llenaba su viejo rostro. Se había acordado! A pesar del tiempo, Aluriel se había acordado de ese viejo, destartalado, borracho y desocupado ciego.

Alzó las manos hacia el caballero desconocido suplicando la carta, y al tocarla y olerla, sintió a su querida amiga tan cerca que de veras creyó que se sentaba a su lado como tantas otras noches, hacía ya tanto tiempo…

- Por favor, os lo suplico, leerla.

Se escuchó un sobre romperse, quién sabe cuántos folios sacar de él mientras eran desdoblados por las firmes manos del desconocido. Un carraspeo y un suspiro.



Mi querido Jheremias, largo tiempo ha transcurrido desde mi partida a tierras del norte. Sin lugar a dudas esto no te gustaría, aquí no deja de llover ni de hacer frío, el viento sopla con fuerza agitando los árboles y las noches son heladas, con nieve en muchas ocasiones.

Aún y así es un lugar hermoso.


La Dama Danzagélida es quien gobierna aquí, por lo que he entendido. Solo la he visto un par de veces pero parece una mujer agradable. Oh! Jheremias, tiene un piano en su casa, quizá algún día me deje tocarlo!.

Hay muchos arcanos por la zona debido, seguramente, a la escuela de magia, llevan grandes bastones y las gentes los miran al pasar impresionados. Me dan un poco de envidia, ya sabes que siempre he sentido esa curiosidad infantil por la magia pero solo he llegado a aprender trucos que a duras penas me sirven.

Y hay un teatro. Es pequeño aunque acogedor y, aunque no suele ir mucha gente, las pocas veces que he tenido público han sido muy gratificantes. Por aquí dicen que tengo talento.


Encontré a mi primo al muy poco de llegar y sus amigos me acogieron con cariño. Al parecer los rumores de una Orden habían dejado de ser rumores y ya la habían constituido. La Orden de la Torre de la Luna, suena bien ¿verdad? Tengo una buena impresión, creo que haremos grandes cosas. Siento la bendición de mi adorada Selune.

Conocí a una niña poco días después de llegar, una niña humana. Su nombre es Shemyla y al parecer está perdida buscando a su padre… espero que lo encuentre, perder a la familia es un golpe demasiado duro y siendo tan pequeña no sé cómo podría afectarle. Aún y así me ocupo de ella siempre que puedo y me ha otorgado el apodo cariñoso de “tia”. Es un encanto, quizá algún día le pida que me acompañe y juntas vayamos a verte.


Por aquí todo es tranquilo aunque algunos mercaderes tienen recados importantes y necesitan de la ayuda de viajeros o aventureros. Yo siempre que puedo los acompaño para escribir las historias de lo acontecido, aunque ya sabes que me cuesta escribir versos, soy más dada a la música sin más.


He conocido buena gente pero… hay alguien en especial. Todavía no sé ni su nombre, solo le he visto un sin fin de veces por la ciudad y en el teatro, él también es trovador. Le escuché hablar con otro hombre en la taberna, sé que no es adecuado escuchar conversaciones ajenas pero… sentía tanta curiosidad… tiene una voz suave y parece un hombre decidido y con un gran espíritu. Sé que me darías tu aprobación, amigo.


Por el momento no encuentro ninguna excusa para hablar con él, aunque es algo que deseo… en verdad creo que estoy enamorada… y nadie mejor que tú sabe lo imposible que he visto yo siempre eso… pero con él es diferente… es especial.


Quien sabe lo que Selune me depara, quizá estoy destinada a amarla a ella eternamente sin poder compartir mi corazón con nadie. No te preocupes, pues sonrío, me siento más feliz que nunca aquí y sé que tarde o temprano lograré encontrar algo que llame su atención, aunque solo sea un segundo, aunque solo sea una leve conversación.


A pesar de todo te extraño, no pienses que me olvido de ti. Estas muy presente en mis pensamientos, siempre que sucede algo curioso o divertido desearía que estuvieras aquí y poder compartirlo contigo de nuevo. Tendremos que conformarnos con estas cartas.

Le he pedido a Padre que te la lleve y te la lea, sé que para él no resultará ningún inconveniente y que estará feliz de poder cotillear mis confesiones.


Ojalá nos veamos pronto. Espero que estés bien y que no me olvides.

Que Selune ilumine tu camino, querido amigo, y te proteja de todos los males.

Con cariño, Alu.



Jheremias sonreía sintiéndose el hombre más feliz de todos los reinos existentes, después de tanto tiempo eran realmente agradable tener noticias de su añorada amiga, saber que estaba bien y que era feliz. No era algo que hubiese dudado en algún momento, pero saber de ella misma era tranquilizador.

Pero un momento…

- ¿Padre? – se escuchó de nuevo los papeles doblándose y ser metidos en el sobre mientras Jheremias miraba hacia el sonido intentando adivinar la situación del caballero desconocido.

- Aluriel también me escribió a mí, aunque mi carta es más formal.

- Vos sois el sacerdote…

- Así es.

- Sois su mentor…

- De nuevo acertáis, mi señor.

- Sois quién la ha salvado incontables veces de una muerte segura – hubo un silencio y una risa leve camuflada por el ruido de la taberna.

- No me veo de esa forma, mi señor, pero cierto es que la he sacado de algún malentendido.

- ¡Los encuentros con el bastardo sharita no son molentendidos!

- Veo que os ha contado sus desventuras.

- Y tanto… pero caballero, os lo suplico, llevo años deseando saber vuestro nombre, pues ella siempre os llamó “Padre”.

El sacerdote se levantó de la mesa acabando su hidromiel y sonrió a Jheremias aun consciente de que no le veía.

- Ethan Soukatar, mi señor, a su servicio y al de la Dama de Plata.

- “Ethan Soukatar” – repitió el anciano –, no lo olvidaré.

- Selune le ilumine en los senderos oscuros.

- Mi señor, mi mundo siempre es oscuro – rió Jheremias.

- Sois afortunado, entonces, pues la Dama os acompañará eternamente.

El sacerdote cuyo nombre por fin sabía se alejó entre la gente y abandonó la taberna. Jheremias se sintió feliz y sujetando la carta que la elfa le había escrito recordó la última canción que le había escuchado tocar al piano.

Un canción suave, dulce y delicada… como ella… como su adorada Aluriel.

Seguiremos soñando

Seguiremos soñando

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